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FERTILIDAD DESPUÉS DE LOS 40 AÑOS

Diagnósticos, recomendaciones y tratamientos

Actualmente, muchas parejas postergan la maternidad y recién deciden tener hijos cuando las condiciones biológicas ya no son óptimas para el embarazo. Sin embargo, los avances de la tecnología y la ciencia aportan diversas opciones para que los efectos negativos de esta tendencia sean escasos o nulos.

La infertilidad siempre existió. No obstante, en el pasado, las parejas buscaban el embarazo en edades tempranas, lo que predisponía al éxito, mientras que en la realidad social actual, determinada por una multiplicidad de factores socioculturales y económicos, la maternidad tardía es una tendencia creciente a nivel mundial. Hoy en día, el 30 por ciento de las mujeres que inician tratamientos de fertilización asistida tienen más de 40 años, mientras que, hace una década, esa cifra llegaba al
22 por ciento.

Este escenario plantea un desafío, ya que se debe combatir una realidad fisiológica innegable: la capacidad reproductiva de la mujer decae de una manera acentuada a partir de los 37 años. De hecho, la probabilidad estadística anual de embarazo disminuye del 73 al 61 por ciento entre los 30 y 35 años, y a partir de los 35 disminuye aun más, al 54 por ciento. Otro dato significativo es que una mujer, hasta los 30 años, solo tiene entre 12 y 15 por ciento de probabilidades de sufrir un aborto espontáneo (es decir, uno de cada ocho embarazos), mientras que, luego de los 40, el riesgo de aborto es del 50 por ciento (uno de cada dos embarazos).

Alternativas de fertilización asistida

Ahora bien, esto no significa que las mujeres que se acercan a los cuarenta no puedan concebir, gestar y dar a luz. Pero la probabilidad de que ello suceda sin intervención médica es más remota con cada año que pasa. Sin embargo, los últimos avances médicos parecen demostrar que se está procediendo por un buen camino. En una pareja sin ningún tipo de trastornos, la tasa de embarazo evolutivo es del 25 por ciento por intento. Al cabo de cinco intentos con inseminaciones intrauterinas, el 50 por ciento de las parejas logran concebir, y si se incluyen los resultados de tratamientos de alta complejidad, la tasa se eleva considerablemente.


Diversos avances científicos, médicos y técnicos responden al creciente número de parejas que busca la paternidad en la cuarta década de vida, cuando la infertilidad en la mujer ronda el 64 por ciento. ¿Qué factores influyen en el éxito? En primer lugar, es importante realizar un estudio integral de la salud. La atención debe focalizarse especialmente en la mujer para detectar elementos que puedan atentar contra los tratamientos.

Otro factor importante es el tabaquismo, ya que el cigarrillo incide negativamente en la fertilidad. De hecho, se sabe que fumar acelera el declive de la capacidad reproductiva, y si una mujer que fuma desde los 20 años decide ser madre a los 40, la calidad de su ovario será menor que la de una mujer no fumadora.

Antes de hablar de tratamientos, es importante remarcar que las mujeres de más de 35 años deben tomar como señal de alarma el hecho de no haber concebido tras 6 meses de relaciones sexuales sin protección. A partir de entonces, se aconseja la consulta con un profesional para comenzar a realizar los estudios necesarios.

En cuanto a los tratamientos, las técnicas de fertilización clásicas, como la Fertilización In Vitro y la ICSI (Inyección Citoplasmática de Espermatozoides), siguen brindando excelentes alternativas terapéuticas. En la Fertilización in Vitro, conocida como FIV, se realiza la inseminación de los óvulos con espermatozoides, mientras que en la ICSI, se inyecta el espermatozoide dentro del óvulo. Por medio de estas
técnicas, las tasas de embarazo suelen ser de alrededor del 40 por ciento.

Existen también técnicas de baja complejidad, que no requieren la extracción del óvulo porque la fertilización se realiza dentro del útero. Una de ellas es la Inseminación Uterina, que consiste en colocar espermatozoides móviles –obtenidos de una muestra procesada de semen– dentro del útero de la mujer cerca del momento de la ovulación y luego esperar que alguno de los espermatozoides llegue al óvulo que cada mes es liberado del folículo. Por otro lado, en las relaciones sexuales programadas, la pareja mantiene relaciones sexuales en el momento de la ovulación, que puede determinarse por control ecográfico del ciclo y, eventualmente, por un test con orina.

En conclusión, cuando aparecen las dificultades para concebir, la ciencia ofrece varias soluciones.

En definitiva, existen tecnologías que ofrecen distintos caminos para lograr el embarazo –como la ovodonación– para que las parejas que postergaron la paternidad puedan cumplir su anhelo. Sin embargo, amén de todos los avances en materia científica y técnica, el mejor consejo es acompañar el reloj biológico de la mujer y no retrasar en demasía la búsqueda de un hijo.

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FERTILIZACIÓN POR ICSI (INYECCIÓN CITOPLASMÁTICA DE ESPERMATOZOIDES)

Mediante esta técnica sólo se precisa un espermatozoide por óvulo. En cambio,
la FIV necesita entre 50.000 y 100.000.

TÉCNICAS DE FERTILIZACIÓN ASISTIDA

Se trata de una técnica relativamente nueva, que surgió en Estados Unidos a mediados de los 80s. Consiste en la donación de óvulos, como sugiere el nombre: los gametos de una donante son fertilizados con los espermatozoides de la pareja de la receptora, y luego esta última recibe el pre embrión. En el sitio https://reproducciónasistica.org, explica el proceso: “En el caso de las donantes, con una medicación hormonal sencilla, que ellas mismas pueden administrarse, se consigue una ovulación múltiple que será controlada por ginecólogos(…). Una vez maduros, se
desencadenará la ovulación y antes de que ésta se produzca, los gametos se extraerán y se fertilizarán con el semen de la pareja receptora”. Para preparar el endometrio de esta última, se le administra estrógeno al menos 10 días antes de la transferencia embrionaria, que ocurre 48 o 72 horas luego de la inseminación de los óvulos. Las receptoras tienden a ser mujeres que superan los 40 años y no pueden usar sus óvulos, porque ya no los producen, al haber entrado en la menopausia,
o porque, si continúan produciéndolos, su calidad y cantidad es deficiente. Otras mujeres optan por una ovodonación porque padecen enfermedades o características genéticas que pueden transferirse al bebé.

Si bien en la ovodonación muchas veces se usa la fertilización in vitro (FIV), no todos los tratamientos con FIV son ejemplos de ovodonación. Puede usarse para facilitar el embarazo, pero con los gametos de la misma pareja. La Asociación
Estadounidense del Embarazo explica los cinco pasos de este método: primero, se estimula y monitorea el desarrollo de los óvulos; luego, se colectan los óvulos; se consiguen los espermatozoides; se combinan los óvulos y los espermatozoides en un laboratorio; y finalmente se transfiere el embrión al útero. El primer bebé que nació mediante esta técnica fue Louise Brown en 1978, y el médico que la ideó, Robert G. Edwards, ganó el Nobel en Fisiología o Medicina en 2010.


Según la página del Mayo Clinic, las razones para llevar a cabo una FIV son varias: bloqueo de (o daño a) los tubos de Falopio; trastornos en la ovulación; endometriosis; fibromas uterinos; e incluso casos de infertilidad sin explicación.

La inyección intracitoplasmática 

ICSI Y FIV: DIFERENCIAS

En la fertilización in vitro, la unión entre óvulo y espermatozoide, aunque ocurre en el laboratorio, sucede al azar, ya que más de cien mil espermatozoides compiten para fecundar el óvulo. Mientras tanto, en la inyección intracitoplasmática de espermatozoides, el doctor elige especialmente el espermatozoide que será depositado en el óvulo al examinar sus característica morfológicos en un microscopio.

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